Pasado entrecosturas. Presente bordado.

Una vez me pregunté seriamente si acaso no sería buena en diseño industrial... Me recorrió la mente con aquellas ideas radicales, esa vez de idas y venidas al barrio Dávila, cuando por gracia divina puude vivir el sueño embrionario de la vida paralela al interior de una pequeña burbuja de felicidad casi, absoluta... Durante uno de dichos recorridos, viajé en un trance; lo recuerdo vívido: tocaba una tela, y la textura de canutón suave me envió debajo de unos enormes mesones dentro de un taller de costureo, en los alrededores del Persa Barón. En aquellos años, parte de mi familia fabricaba ropa, y digo fabricaba sin exagerar. De lo que conservo memoria, mamá se independizó luego de un tío (su hermano mayor), pues no le gustaba la idea de fabricar en serie. Por una década, mi madre realizó un trabajo de joyería, tiempos duros que se complejizaron de la mano de varios TLC que, así como que no quiere la cosa, llenaron de plata el bolsillo de unos pocos y de paso, cagó la industria nacional. Yo heredé dos cuestiones bien precisas de mamá: el ojo clínico para detectar una buena tela y el tallaje de las personas...

Estas dos bondades adicionadas al sentido del gusto con el cual nací, me convirtieron en directora de Arte de un gran proyecto que mal administré. Sí. Pues siendo honesta, descontando las maniobras desgraciadas y el infortunio, la cabeza en otra parte fue la gran responsable del desbarajuste que me hizo perder el norte. Creo que en alguna parte de la historia, dejé de palpar con las emociones pues era eso lo que realmente me llenaba, transportarme a lugares de la infancia en donde me senti feliz, en donde encontraba momentos de nítida alegría que surgía entre hilos y agujas, los mismo que hilvanaron mi historia y parte de lo que ayudó a convertirme en quien soy en la actualidad.

Sigo creyendo lo mismo, que hubiese sido una gran diseñadora de telas. Me hubiera ocupado de investigar de qué manera puedes volverlas aún más resistentes o impermeables... siento que madera para ello, había... claro está. Pero la gran mayoría de las veces acabamos haciendo y concretando deberes que no nos llenan, ya porque se piensa que eso debe hacerse o bien, simolemente por hacerse cargo de las malas decisiones que a la postre, son las que pagan las cuentas. Yo, estudié derecho... y ahora que el cartón está ahí, apenas a un paso de distancia, también se que no es para mi, que solo concluyo más por definición de ciclo, acceso a otro presupuesto...... y todas esas ideas que se poseen acerca de los grados académicos...... pero que no forman parte de lo que la vida hizo de mi: una mujer que es más feliz con el trabajo manual, con los pequeños tesoros que se construyen con las manos.

Recuerdo esa vez, esa mañana de estar entre telas, botones, hilos y colores...... texturas y visuales que merevivían y que hoy son mi refugio, tal y como lo es escribir, porque escribiendo descubro la textura de mis pensamientos, los párrafos rebeldes que se tiñen de una armonía solo conseguida en soledad, porque solo en soledad me siento realmente libre, lúcida, como acariciando el recorrido de una tela que dejó de fabricarse hace años y sin embargo, te heredó la sensación que conservaste en tu memoria al volverte a su recuerdo y lo que ello produce en tu ser. En tu vida diaria.

Comentarios