Ahora, aquí.

Perdí un poco la cuenta de cuántos lugares conozco; mientras bebo un café regular en la clásica taza blanca arcopal del pizza napoli, pienso que han de ser bastantes. He tenido una buena vida y tú me has dado la encriptación más célebre en harto tiempo. Tuve que hacerlo, tuve que quebrarme entera, las partes tuvieron que esparcirse entre diferentes puntos de inflexión. Y pienso que tuvo que ser así... después de todo, llevo demasiado tiempo atrapada en la observación selectiva mismo tiempo que me tomé para excluir el ruido de la gente.

También creo en que hay una importante probabilidad de que esta no se yo misma, es decir, que todaa mis obsesiones solo sean capas, paredes densas qué atravesar hasta llegar a la esencia, a lo que soy muy en el fondo cuando nadie está mirando. Y lo veo hoy, a propósito de los enigmas que se entrecruzan, a cuenta de que hice desaparecer algunos talentos con el objeto de convencerme sibre ciertas calamidades; no sé en qué parte de mi ser anclé la creencia que solo la tragedia griega proporcionaba buen material en la construcción de relatos.

¿Sabes, muchacho? Hoy, es un buen día. Desperté y retuve dentro de mi una sensación peculiar, podría jurar que supe qué temas formarán parte de mi evaluación final, y saqué coraje... hacía mucho tiempo que no dejaba de procrastinar y hoy, hoy lo logré. Algo dentro de mi cabeza, se movió. Y cambié.

El café no sabe espectacular, los huevos no fueron preparados como lo ordené, incluso este día nublado podría presagiar en mi antigua cabeza que no hay nada nuevo bajo el sol, pero no sé. Ya no es más así. No cambia ni mi estructura, ni mi esencia extremista o lapidaria. Claro que no. Pero cambia el ritmo, cambia el razonamiento al querer siempre escapar, no asumir, huir para perpetuar un patrón de infelicidad...

Relacionarse, duele.
Duele un montón.
Es verdad.

Pero creo que Ernest tiene más que un poco de razón; las razones de los otros son un mundo aparte. Ya está. Y son, por lo bajo, elementos de la suma de todas las cosas. Fin.

Cada momento es un fragmento, como lo dijo Perec en La vida instrucciones de uso... y tengo la impresión sana que me convertí en alguien más, en alguien que con alivio siento no soy más yo, como la odiosa de mi, o la terrible de mi, sino una que atrae las cosas que sepultó, pero devueltas a una dimensión objetiva. Porque construir no tiene nada de malo, al contrario, puede ser otro fragmento también.

Sin tener que pensar si conduce o no a parte alguna.

Quiero comer.
Aire.
Sobre todo, aire.

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