Ciega.

Tengo el recuerdo vívido de estar sobre aquella enorme pista de baile de la calle Subercaseaux... tiempos en que la bola espejada colgaba de un techo elevado y las luces impactaban sobre el vidrio transformando todo el espacio, en una galaxia particular de colores infinitos... sonaba The Communards, don't leave me this way y la sensación de libertad no conocía límite alguno... en ese momento, yo era tan como tú: alucinante y perturbadora, de seguro porque me importaba demasiado poco cualquier cosa que se especulara sobre mi persona. Vivía siempre en estado presente, solo enervada por las encrucijadas costumbristas de la época, llamada a terreno por autoridades fascistas y ensimismada en el derrotero de la pobreza, muro tan alto que siempre incitaba a tomar malas decisiones reñidas entre opción y oportunidad de construir esencias sólidas y principios no trastocables.

Me parecía tanto a ti que, a veces, siento  tener una poderosa deuda conmigo misma y que en el devenir se canalizó en tu ruido de péndulo.

Nunca se sabe. Nunca lo sabremos realmente.

Estamos solos en esta enorme vastedad y sin embargo, la tangente que irónica se vuelve adyacente con todo y sus códigos encriptados, es por lejos, el único peculiar desprecio que me sirve en estos momentos. Como me servía esa vieja pista de baile en la que giraba como trompo, en la que saltaba, me agitaba y todas las tristezas caían una a una como las esquirlas que se quitan del cuerpo dañado tras una enorme explosión.

Tal y como en aquel entonces, suena la voz de Somerville, con su clásico falsete tan característico y solo se me vienen estrofas a la mente, ese resonar del ritmo que siempre escarvé en mi alma, tal y como él lo cantaba con su particular fuerza. Eso es lo que hago cada vez que la cola me da otra estocada, me levanto, me pongo a pensar en el por qué he sobrevivido, por qué continúo haciéndolo a pesar de todo y por qué a pesar de todo, sigo pensando que algunas conexiones son tan difíciles de incorporar en nuestra vida, sin sentirse perturbado o inquieto entregando el control a lo que sea.
A ciegas.


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