Foco y dirección.

Cuando existía el Colectivo Vintage, la única que me asestaba golpes anímicos era la Amy Winehouse. Mónica me decía que no tenía idea de qué pasaba en verdad cuando colocábamos el Frank en el Atelier, pero era una cosa fantástica. Espectacular. No solo se llenaba de gente que se peleaba mis pilchas tan cargadas de garabatos mentales, yo me tranquilizaba o lo que es más preciso: me centraba y ubicaba un foco mágico. A decir verdad, nunca supe qué sucedía pero era como un trance misterioso. Sugestión o no, esa dinámica nunca nos falló.

Hoy ha pasado lo mismo, la he invocado con su Back to Black, con su voz engolada y la imaginería despega como espiral que se expande. No se cómo se activa, pero es una cosa de no parar, de hacer hacer hacer y seguir haciendo, como el vértigo que sobreviene a un largo coma. No he parado desde ayer y no hay sueño, no hay signos de cansancio. Como si micorazón comprendiese por añadidura que se farreó años preciosos y ahora el conejo blanco salta entre pensamientos nítidos, con su reloj gigante, mostrándome la lista de cosas por ejecutar sin dar espacio a la fatiga.

Construye Angela, crea, produce, usa las manos, sostén la cabeza, fija la vista, relaja la mandibula, y de cuando en cuando, arquea el cuerpo para no lesionarte la espalda. Y eso es lo que hago.... Tal y como natural me salía antes.

En esos años, la gente me decía infinidad de cosas, a veces los miraba como si estuvieran en un mute automático y entonces podía imaginar que decían cosas de cualquier tipo, lo que me inventase. Pero la gente siempre usó el mismo lenguaje pervertido, yo sola y sin la recomendación de nadie, lograba abstraerme de cualquier clase de imposición. Así que creo entender por qué fui tan feliz en ese tiempo pese a lo duro que pueda ser la vida de los emprendedores, lo era porque iba en mi carril, compenetrada con mi vocación y subrayada en la creatividad a flor de piel, siempre tan clara y evidente, tan genuino todo desde el adentro hacia afuera. No al revés. Entonces, eso es lo que había extraviado durante la agonía del coma profundo, la genialidad de no enterarse de lo que el resto hace para destruir, sino procurar el riguroso camino de la producción dedicada, la disciplinada meta de hacer lo que amamos, contra viento y marea.

Pero sin ir contra nosotros mismos.
Ese es plan con sus reformulaciones.
Ese es el movimiento dentro del tablero.
Ser conmigo. Y llevarme al otro estadio.

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