Merecer.

Hallar gente extraordinaria tiende a resultarnos una circunstancia imposible, de seguro porque nos acostumbramos a pasar de largo casi todo; absorbemos primero, somatizamos luego esa defectuosa y maltrecha forma de construir la realidad, ya empecinados en mantener el norte (férrea razón, lógica imperturbable, sana objetividad...), ya encapsulados en nuestra burbuja de evasión que nos salva (mundos paralelos, hechizos lúdicos, relato artificial medio balsámico). Sé que argumentar optando por caminos antagónicos no es lo más justo (todos los días me abro más hacia lo que es,  más allá de mis propias creencias), pero por ahora, estas son mis herramientas, y con ellas intento recuperarme en forma más permanente. A mi manera, la arista que vivencio me hace anhelar gente extraordinaria (que sea con creces algo más que una persona común y corriente...) y según lo conversado con mi nueva terapeuta la mañana de ayer, no es ni bueno ni malo si aprendo a entender que el mundo entero, es una visión aparte. Ensimismarse en los juicios categóricos es consecuencia directa del apartamiento, del autoabandono, de blindarse de tal forma que no quedan espacios para que entre la vida y con ello, la forma en cómo ésta va evolucionando...  

«Ángela, el daño no desaparecerá por abolir el nombre de tu madre ni usar un alterego cuyo origen trae a tu mente la reminiscencia de una época feliz, no te convertirá autimáticamente, en buena escritora...». —Sentenció la mujer. Y quizás, haya pagado en exceso para oir algo que sabía de sobra. Pero, ¿Cuántas cosas hacemos de todas maneras, conociendo lo que hacemos? ¿Quién puede safar de admitir que se quemó, sabiendo que en el sitio en que se apoyó, era fuente de calor; el infierno tiene muchas mansiones y eso no cambia ppr poseer más o menos conciencia.

Debe ser la tercera o cuarta psicóloga que me dice: Tú eres una mujer extraordinaria. Es solo que tú misma, no lo crees o no quieres enterarte. ¡Deberías! Pero a veces, y solo para variar, me gustaría ser una fulana cualquiera, sin ninguna clase de conocimiento o educación, no obviar lo natural con un gran desastre colateral, ni sufrir el drama que implica soportar o tolerar lo que me es imposible cambiar... ser una cabeza vacía, no procesar más de dos palabras por minuto, carecer de vocabulario. Incluso: no tener la más mínima idea sobre qué significan ciertas cuestiones que salen de las personas mientras hierven de rabia, y por qué ciertos énfasis bien escritos por ellos apenas conocen la verdad, sw vuelven verdaderos revólveres cargados para matar.

¿Quién sobrevive detrás de frases como aquellas?

Entonces, mil veces ordinaria, me gustaría ser para no sentirme interpelada, para que esos párrafos no fuesen tan lapidarios, para que ese tono desafortunado se diluya rápido en cualqiiera estupidez pedestre que atrape mi pensamiento.

No podría culparte por tamaña severidad. Es cierto. Y cumplió su objetivo; al instante siguiente de acabar de leer, yo necesitaba ser menos extraordinaria. Urgentemente, necesitaba se común y silvestre, un accidente más en tu vida, o en la de cualquier otra persona. Pero al abrir los ojos enjuagados en lágrimas verdaderas, entendí que no lo era, que seguía en el mismo lugar de allá atrás, con poca luz, en la indefensión pues nadie sabe por qué la gente extra-ordinaria es así, es no común y realiza acciones no ordinarias.

Las personas como yo (me aseguraré de que nunca tengas que toparte conmigo en tu vida), hacemos cosas de maneras diferente a la que tú crees correcto o juicioso hacerlas, pero eso no significa que seamos psicópatas. Tendrías que tomarte la molestia de ver dentro de aquella persona que juzgaste mal, tendrías que tener valor para adentrarte a la mente de alguien que no es como tú y no por ello, es mala perosona. Tendrías que desandar todo lo conocido para aceptar que otras personas se conduzcan de una manera completamente distinta a la tuya, que ppr defecto considerad sensata y normal...

¿Qué es normal Max?
¿Es normal decirle a una desconocida que te excitas con ella solo por cómo se expresa, redactando?
¿Es normal porque sale de ti, y tú te consideras sano y normal?
¿Seria anormal y enfermo si proviene de mi?
¿Quien decide qué es normal y qué no lo es?
¿Por qué crees que en esta historia tú eres la única víctima
¿Te preguntaste de corazón quién era?
¿No estabas más interesado en saber cómo era, y si siendo de una determinada manera, llenaría o no tu expectativa física?
¿La mentira es tóxica si solo proviene de mi, pero la verdad acomldada no es mentira si sale de ti, un tipo sensato y juicioso, cierto?
¿No será más lógico admitir que anticiparse y aniquilar lo que no entendemos es lo que nos apresuramos a hacer, para no tener que sumergirnos en averiguar?
¿Quién estuvo siempre en más desventaja si siempre supiste que solo bastaba con bloquear y desaparecer?

Las personas sensatas y juiciosas siempre repiten lo mismo: yo no me complico, lo dejo atrás, yo solo avanzo, tengo muy claro lo que necesito y si no era lo que quería, ya está fuera... Curioso.

Curioso, porque al menos a mi, la peor de las psicópatas, le cuesta bastante trecho creer y por lo tanto, ir hacia otro y abrirme como lo hice contigo.
Y aunque me sienta absurda admitiendo esto, es la primera vez que acabo de comprender qué significa «merecer» que una se detenga y se abra. Antes, mucho antes, preguntaba a la gente que intuía estaba plena: hey, estás bien? Cómo te sientes??? Eres realmente feliz??? (Anticipándome a una respuesta eufórica o impulsiva). Y grande era mi sorpresa cuando ellos proporcionaban un tibio y mezquino «bien»

Pero hoy comprendo más y mejor qué es aquel BIEN. Ese que me parecía tan poca cosa, tan apartado de mi postal del verlos comportarse el uno con el otro. Ese «Bien» era auténtico, porque los sentimientos reales, las emociones reales provienen desde otro rincón del alma, uno que no se parece al lugar desde donde surgieron tus respuestas...Y entenderlo con ayuda de alguien más, coloca una primera piedra para construir un muro de de separación entre el raciocinio de ayer y el que debo alcanzar en un futuro cercano.

No creo que haya algo de malo contigo; lo mismo aplica para mi. Es solo que yo, mal usé un comienzo pues creía que eras el tipo que me ha acosado durante mucho tiempo. Cuando me di cuenta que podría estar equivocada, ya era tarde y por lo tanto solo escapé. La segunda vez, tus fotos se atravesaron, no lo planifiqué, no había forma de hacer match, y sin embargo ocurrió. De ese hecho a enterarme que en efecto sí eras una persona diferente, aconteció una semana increíble; creo que no pensé en nada, yo solo escribía siendo yo, cada vez más aturdida y  cada vez más complicada en encontrar una manera de decir las cosas  con verdad.

Pero, yo, nunca dejé la paranoia. Para alguien que vivió el acoso de cerca, la paranoia es pan de cada día. Estaba muy muy confundida, ante prolongados silencios (todo cambió al mudar de canal de comunicación), y comprendí que había perdido mi habilidad de comunicarme sin la terrible sensación de ansiedad y desborde. Era la culpa, entendía bien que no lograría avanzar. La ecuación se simplificó al enviar las fotos; entonces no fue necesario preguntar nada más, tu mensaje al hueso con una excusa tan amorfa, clarificó que tú no habíad dirigido el discurso hacia mi, sino hacia la expe tativa de mujer que seguramente, esperas llegue a tu vida. Una que no se parece en nada a la que soy. Entonces, me volvi alguien ordinaria, una mujer del montón que no ameritaba ni conocer más ni descubrir de otras tantas maneras, incluso fuera de las lides del amor.

Pero dentro de cualquer grado de ordinaria mentira, soy mujer y tengo vagina, senos, y aunque por estos días poca cintura, arrugas y canas, mujer maciza dentro de todo lo que cabe...

De vuelta a mi creencia de que en en verdad cuesta hallar gente extraordinaria, puedo decir que si, que cuesta muchísimo. Mas, no es porque ellas no existan o se hayan extinguido sino porque la mentira nubla la vista, y una visión borrosa te hace perder el juicio y errar la perspectiva. De eso si me hago cargo. Excusarme en que tenía derecho a mentir porque me estaba defendiendo de un terrorista emocional de mi pasado, no soluciona nada, no reversa el daño causado. Y lo sé de sobra.

Las mentiras siempre traen consecuencias, depués de todo Max Urrutia no existía en el cuarto piso de Moneda xxxxxxxxxxxx, y tampoco trabaja en el lugar que me hiciste creer. Al final del día, incluso puede que hasta haya sido producto de mi imaginación. De no ser por la llamada de aquel viernes, habría accedido a internarme, tal y como me lo sugirió Isabel, mi psicóloga.

Me sorprendió un poco lo que me dijo hacia el final de nuestro encuentro, no me lo esperaba siendo franca (siempre creo cosas que no son) ... «deberías darte el permiso de hacer una huelga de brazos caídos, echarte a descansar sin tener que levantarte a ir por la aprobación de un hombre que te quiera... deberías dejar de pensar que los otros son los que te validan, pues el amor no es eso; si no te amas a ti misma desde lo más profundo de tu totalidad, nunca amarás al amor como una realidad...». Me dijo que ésto lo había aprendido de un yogui, que no había sido un camino fácil, pero que si yo lo quería realmente con la guata, entonces y solo tal vez, existiría esperanza para mi.

Y si. Mucha razón hay de asidero.
No dejo de decirme que nadie sabe realmente para quién trabaja.
No dejo de dar las gracias por mis nuevas gafas. Y por las tripas revueltas...

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