Querernos.

¡Calmese!
¡Cálmese!
Calma... ¡Se!

Y de pronto, lo vi todo; la caridad comienza por casa. Esa es la única verdad. Bastó adentrarme tan solo un poco al sugerido sulencio y entender que llevaba mucho tiempo cansada, pero no de los que balbucean sus propios argumentos y reversiones 2.0 de lo que sea que les place comentar; venía con un extenso agobio respecto de mi. Y ayer, por primera vez en mi vida, me di cuenta que estaba avergonzada de mi misma, que a la hora de la verdad, en VERDAD, me siento profundamente decepcionada de mi misma. He visto el desperdicio. Esa es la realidad.

Dicho esto, un par de cigarrillos (que me llevan a confirmar que eso quedó atrás) y las pastillas que me dieron para dormir (arrojadas al water), pedí salir para regresar a mi casa. Una vez en el depto, no me eché a lamentarme, hice lo que debí hacer hace mucho: LIMPIAR, eliminar todas las cosas que no sirven, comenzando por los fantasmas. Y entinces fue bueno. Y entonces fue demasiado bueno. Y entonces la realidad en medio que es la única verdad, fue buena... en compañía de nadie, solo conmigo misma, con una habitación vacía, sin olores ni residuos porque había que recibir lo distinto,  a lo que no era capaz de darle acceso: la realidad.

Desde aquí y en más, se vienen otros episodios, episodios como dejar de ocuparme de cosas que no deben importarme, como la vida ajena; dejar de interpretar, dejar de señalar, dejar de retener fragmentos usados para capear la vida antes de asumirla como es.

Es muy probable que se vengan baches, que haya todo un ejército de potestades resurgiendo para tirar hacia abajo, lo sé bastante bien. Pero también sé que soy una luchadora, que soy una valiente, que me he perdido varias veces, pero que he sido capaz de quitarme las vendas de los ojos para atestiguar lo grandioso de la naturaleza.

Es verdad, son interpretaciones, y en esta pasada, una particular me atravesó en dos partes. Es verdad. Pero siempre depende de nosotros qué hacer con la información decodificada. Podría elegir regodearme en mis dolencias de pequeña abandonada y despreciada. Claro que sería una opción válida. Pero en vez de eso, he escogido coger la mano de alguien que me la ha extendido sin pedirme nada a cambio: Yo misma.

Hay llagas que me atraviesan de lado a lado, es cierto eso también, pero en vez de continuar respirando por las heridas, he preferido hartarme y levantarme para edificar. Y como para construir sólido lo primero que debemos hacer es desmalezar, heme aquí, firmando un pacto para restauración de suelo. Básico y fundamental.

No tengo mucha más idea de nada, pero lo que sí sé es que la pregunta que solía hacerme estaba mal formulada; no era ¿Por qué no me aman?

Era ¿Por qué yo no lo hago?
Y he encontrado las dolorosas pero reales respuestas.

Y desde este lugar, se ve despejado, contaminado, pero despejado.
Gracias.

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