Sobrevivir/Vivir...

Me debo haber dormido alrededor de las 06:00 de esta madrugada; hacía tiempo ya de desvelos macizos, brígidos al punto de la desesperación... Subí hasta el último piso de mi edificio con la firme intención de que el viento frío atravesara varias capas dentro de mi, inclusive, los pulmones y el diafragma... Y la madrugada me hizo un gran regalo. Supongo que estas cosas todavía pasan, aun existe algo que me agarra de este lado de la frontera.

Y entonces, me hice una con el amanecer.
Y entonces, cayó el último de todos los miedos.
Suma de todo.
Resta terminada.

He vivido; perdón: dejé de vivir desde el 2000, esa es la verdad. Los últimos 18 años han sido una fábula mal contada, llena de surcos inabordables y ayer, me fuí a la parte donde inició todo, al lugar en que me desconecté. Y pude ver.

Nunca había sentido la verguenza de esta manera, en que cobra sentido juzgarse a sí misma y comienzas a entender qué parte de los hechos es única responsabilidad tuya. De nadie más.

He destruído varias cosas en mi vida, pero ahora, destruirme contrajo una sensación que jamás vivi antes: No creo que me recobre de aquella visión... yo misma, desperdiciada, brutal, desprovista de sentido común, colocándose en un podium para ser humillada, anulada, apedreada... Nunca más quiero regresar a ese lugar.

¿Quién tiene derecho objetivo a juzgar?
¿Quiénes son absolutamente tenedores de verdad puritana?
¿Quién no tiene tejado de vidrio?
¿Cuántas otras preguntas debería utilizar para evadir la purga?

Ya no interesa.
Eso, no tiene ninguna importancia tras contemplar lo que significa sobrevivir a este amanecer.

Soy una mujer fuerte; mi madre siempre estuvo en lo correcto (te extraño y qué irónica es la vida mamá...), y dicho esto, hay que... hay que ser digna para asumir ese rol.

Si necesito que me acepten/Debo aceptarme primero
Si necesito apartarme de la gente mala/Debo dejar de hacer daño a los demás
Si me repugna la mentira/Debo dejar de mentir (me)
Si quiero otra clase de vida... debo trabajar para franqueármela.

Hoy entierro el pasado, hoy dejo atrás la indignidad, la falta de valor, el miedo, todos los muros que construí alrededor de mi para evitar vivir.

Menos pregunta Dios y perdona.
Menos juzgaré yo, y seguiré hacia adelante.
Lo merezco.
Es tiempo.
Adiós vieja Ángela Fabiola, te perdono, me perdono. No nos debemos nada.

Hoy nazco.
Hoy solo estoy yo, conmigo misma.

Comentarios