Replegar-se.





Hace bien irse sin la claridad de nada. Y hace bien porque entre otras cosas, la definición de certeza tiende a avivar los arranchamientos que no son tan buenos para muchos de nosotros, interesados en algo que no suele verse a la primera. Lo que urge repeler para un sano tránsito. Al menos eso he ido visualizando. En el apartamiento o exilio emocional no caben las víctmas chabacanas ni los mártires tipo «Juana De Arco», pero mucho menos la enajenación al punto de olvidar detenerse frente al espejo y constatar daños colaterales de dicha búsqueda, a veces casi onírica.

Y cuando nos vamos sin atado ni grandes reproches, sin avisos mortuorios o simulacros de gran escena final, lo que pasa a la larga es que se ve mejor... corrijo: aprendes a poner atención en lo que quizás, sea más pertinente observar para analizar cualquier situación que se perciba como determinante para tomar decisiones más definitivas que apuntan a cambios drásticos.

Los cambios a la larga no son malos ni buenos a ultranza, pero la movilidad que originan puede interpretarse a favor o en contra dependiendo de qué lado nos pongamos. ¡Claro! Parece de perogrullo, ¿Cierto? Pero no lo es tanto de haber transitado a medio morir saltando o se ha procrastinado a pesar de entender bien que la factura siempre es cobrada. Entonces, en estos casos, se da como razonable la opción de retraimiento para comprender al cien, cómo lograr una individuación más equilibrada...

Comentarios