COLUMNA: Por fin es viernes HOY: «El NO de los niños».- D.D.OLMEDO. Viernes, 7 de Diciembre. 2018.

RCOLUMNA: Por fin es viernes
HOY: «El NO de los niños».-
D.D.OLMEDO.
Viernes, 7 de Diciembre. 2018.

Mariano Latorre, mi refinado villano en #ElMundoDeLasCosasAparte solía decir que peor a recibir un no, era las fintas que algunas personas suelen desplegar a fin de evitar enfrentamientos, tener que verbalizarlo. Y cómo no, si se vuelve un limbo de «nunca lo sabremos...» o del «eh, sí pero no» o también:  «ya ves que sí quería pero igual no resultó...». Podría ocurrírseme varios ejemplos, más creo se explica bien la idea.

Adiestrarse en las lides del NO seco, sordo y duro a veces, no es algo que ya sepa a azote. Sin embargo lo que todavía me aflige es otro tipo de NO, aquel caldeado y esquivo NO, subyacente en gente deslizándose subterranea, solo al resultarle menos dificultoso o, no está para esfuerzos sin que verse sobre promesa de recompensa.

El NO lapidario, al menos, es más decente, sobre todo e incluso si sale con fanfarria; excluyo por supuesto, a esos no majaderos destinados a burlarse o a blandir armas blancas con propósitos más oscuros... Aquél NO razonado y hasta explicado, escapa incluso de la pantomima que ciertas personas suponen una deba manejar casi como poseer master: ¿Pero cómo no va a darse cuenta, si fue evidente? —Se esgrime, cual perogrullada de tener que estar alerta, siempre, al lenguaje corporal de los demás.

Pero entonces: ¿Dónde queda relegado lo espontaneo?

Aparentemente, el muestreo de presas por parte, no va a simplificar la ecuación. Por el contrario. Entiendo sobre manera que ese juego acabó. Las relaciones no pueden comenzar con un pene a la vista y los senos como contrapartida en un diálogo para concitar calenturas oportunistas. Las relacoones debiesen iniciar casi siempre con un: Hola, ésta soy yo, entera, con lo bueno, lo más o menos y también lo que no lo es tanto...

Los hombres buscan y buscan para gritarnos sus NO, como si en esa acción/omisión alguna parte de ellos se reivindicara. Un NO es claro solo cuando va acompañado de su sentido pero para cerrar la puerta, no para dejarla entreabierta y fisgonear qué tanto ha afectado a quien lo recibe.

Nunca como este último tiempo, me había costado tanto entender. Y claro, estuve dormida por años, y mientras mi mente escapaba del dolor, la vida cambió, la gente mutó y sobre ese aspecto en particular, el NO de los niños se volvió un reactivo nuclear que produce un daño, inmenso... dame tu no que de vuelta te castigaré incansablemente, hasta que vuelvas a doblegarte enfrente de mi.

Pero lo que la media tinta no sabe es que hay muchas mujeres, incluyéndome, que descubren entremedio, no una trinchera para exacerbar el drama sino una preocupación real por el divorcio místico entre hombres y mujeres, y que lejos de ser solo otro conflicto, constituye un forado que se expande, distanciándonos sin remedio.

No me ocupa en desmedida que en el grosor del silencio un completo extraño refunde mis inseguridades, pues lo que se afecta es mi ego, no mi ser. Pero descontando el bache de no gustar, o el balazo que alguien pretenda asestarte para hundirte más, en lo que debiese existir énfasis es en la brutalidad del feo forro interior de determinados «seres humanos».

No es que no me detenga frente al espejo, en último trayecto lo hago más de lo usual pero para detectar cambios de alerta, acostumbrada al proceso médico de observar amenazas latentes. Y cuando me contemplo detenida ahí, los aspectos físicos que no puedo doblegar ni reclamar ante la fábrica genética me dan directriz; ¿Qué decido yo hacer con la percepción leída de dichos datos?

Creer que solo la gente de catálogo es la que gusta, tampoco sustenta el NO contundente sobre los cuerpos rechazados... Recuerde que hasta la conciencia sobre el medio ambiente terminó generando una campaña distractora del NOMASCATALOGOSIMPRESOS... ¡Ja! Perdón, es sólo que no puedo evitarlo.

Pero como decía, también existe gente que cree en los perfiles de cartón, que es capaz de lincharte si no luces como la mujer de un dossier de fotografías, si tienes grasa abdominal, si osas decir que estás pasando una mala racha o que quieres dos semanas de autocompasión para no tener que explicar por qué no quieres salir de tu casa...

Hay agresiones a la orden del día, en todas partes, matiné, vermouth y noche, en cualquier lado y hasta provienen bolas de fuego de personas que aseguraste conocer. Regularmente, no se está tan preparado para recibir este impacto.

No hay nada de malo con ser normal, promedio, no glamorouso ni especial, no al menos desde la terminología usada en el diccionario de gente que sostiene contenidos superficiales, que todo puede acotarse al envase... anticipados en ocuparse de qué beneficios esta valorización pueda proporcionarte en el charco caprichoso de la inmediatez.

La creencia de que el NO de las mujeres proviene de mera insatisfacción carnal, es igual que armarse un cuento de esos añejos y ridículos; O'Higgins era un tipo decente o Neruda no fue un violador; cuentos suprimidos cuya versión remosada funcionó mucho mejor, tanto así que se adhirió como costra sobre lo que es cierto. Pero, nuestro NO está más asociado a un honesto cansancio; a veces he dicho ridiculeces como me encantaría que me buscasen por el cuerpo, por las tetas, por la mirada lasciva, etc. Pero en el fondo, a lo que apelamos es al hastío de las etiquetas, a la incapacidad masculina en comprender el mundo de lo fenenino, con todo e incorencias o contradicciones.

Cuando me centro, sigo sintiendo por ejemplo, que extraño la harina, el sabor cobre de la carne hasta el dulzor del azúcar refinada... obvio, dejar cuestiones que nos dañan, es un proceso y no por eso dejamos de extrañarles y ya. Con la mente y el cuerpo no físico ocurre lo mismo, la identidad es un recorrido y aprender a trasladar la esencia de nuestro no hacia un estado de no competencia con el de los hombres, parece ser justo y sensato. Sin embargo, para estar cerca siquiera, me parece hace falta sincerarse y entender que hay esferas a las que no puede regresarse. Porque no se puede no más. Es un No más urgente, más perentorio si se quiere. Maxime de un cambio más honesto y a largo plazo, algo así como un pacto de no agresión destinado a  reconciliarnos con nuestros compañeros, los niños, los hombres.

Comentarios