ELEGIR.

Elegir.

Trabajé durante casi un año, en un Corporativo siniestro; sin adornos esa es la asquerosa verdad. Y más que renunciar a la imposición de un mal empleo desde todos los aspectos posibles, erradiqué la bisagra del miedo en el rabillo de mi ojo.

Cuando entré en este Túnel, no sabía en qué me estaba metiendo. Tras haber abandonado despavorida la casa de Orate en que estuve, esto sugería una estancia en el paraíso (lección número 345: nunca, pero nunca jamás se dejen seducir por lo que reluce...), pero claro está, distancia sustancial hubo de esa idea mental.

Visto con la perspectiva que te da el tiempo y la experiencia de tus pies dentro del fango, tengo una claridad que pocas veces experimenté en otras épocas, de esas en donde aparte de la desesperación que trae el sofocamiento por abuso reiterado, entiendes que no hay más realidad más pura que la escondida detrás de todo el miedo que algo o alguien puede llegar a infundirte. Y siempre puede verse la realidad, independiente de que tal ácida sea, solo depende de qué tanto quieras hacerlo y qué tan dispuesto estés a construir una diferente de la que no va más.

Recién hoy dirijo el foco sobre las consecuencias de mi decisión y que tiende a teñir otras circunstancias aledañas, mucho más comunicada de lo que solía pensar. Alguien festinó diciéndome que mi vida oscilaba entre una mala compañía, café fugitivo de tarde/noche y tinder... y aunque me moleste, pudo haber tenido bastante razón. ¿Qué se hace para romper el molde?

Para entender esta pregunta tuve que recoger una hebra quizás, más rebelde y escurridiza. Y digo tuve, pues a veces no queremos hacer ciertas cosas aun entendiendo que vayan en nuestro beneficio. Y coger ese hilo, no es fácil; hay cuestiones a las que renuncias entender y verlas de nuevo, impone atravesar hechos no felices, episodios que te convirtieron en paria, que flanquearon la orfandad tan cotidiana del presente...

No tengo idea de qué cosas hace la gente para sobrevivir la mierda de vida que se vuelve a veces la existencia, pero hecho esto: ¿Dónde se mete la conciencia?

No dejo de pensar en la sentencia de Sat-Pavka... ¿Estoy atrayendo malas personas yo sola?

Había que iniciar la operación rastrillo y comprender que quizás, todo estuvo mal desde muuuucho antes de un fallido amor, un fallido proyecto, una fallida administración, un fallido proceder. Pero lo que uno hace por lo general es tributar la decoración, esa que esconde las verdades solo por miedo a ver solo lo que es, sin anestesia: por ejemplo, si no te buscan, simple o duramente, significa que tu paso no ha dejado nada... ¿Quién.es responsable de ello?

Hace mucho tiempo que nadie me busca, son una extraviada a la que nadie busca y eso que mi primer pololo (Ricardo) se mandó una expedición para dar con mi paradero... ¡Qué tiempos aquellos! Pero hoy, te vas de un sitio y nadie te busca; no te buscan tras un beso, no te buscan tras una despedida, no te buscan entre los recuerdos, no te buscan por tus obras... la memoria actual es una pasajera ingrata ante el vertiginoso poderío de la inmediatez y el odioso quiero mi hamburguesa, ahora!!!!! Esa es una de cuantas asquerosas verdades.

Si te vas, hay cien esperando ocupar tu lugar; si desapareces, ya no te buscan, si preguntas porque desaparecieron los besos, la ternura, te dirán que eres una latera reclamona!!!! Oye, no vas acorde a los tiempos... ubícate!!!! Así que la hebra, tuve que recogerla.

Lo que hay en este escenario desnudo de adornos y ridiculeces, es único y resultado de mis acciones. Yo, dejé de amar la vida y entonces la vida se resintió conmigo; dejé de confiar y en respuesta, murió la confianza; dejé de cultivar y como equivalente, la tierra no dio frutos; dejé de entregar y aparejado llegó el egoísmo de los otros... La lista sin editar podría extenderse más allá de este relato. Esta es una de las más grandes verdades del universo: la ley de la correspondencia.

Solo hoy puedo procesar lo dicho por Satpi. Enconada en el enojo visceral solo puede atraerse más de lo mismo; trabajos cargados de ira y resentimiento, proyectos cuyo hedor destila fracaso, personas heridas que buscan anestesiarse, golpeando del modo en que piensan, los han golpeado a ellos, hombres incapaces de entregar ternura, acaso distracciones sobre lo que debiese ser la solidaridad en medio de la transición hacia el encuentro de verdades de uso personal...

Al recoger esa hebra vi a una mujer rota: mi madre. Y aunque he dicho muchas veces que la perdoné, a nivel somático, creo que no. Todavía no he logrado quitarme las culpas y la autoflagelación. Cuando miro hacia allá, ain veo a una niña a la cual jamás se le preguntó qué quería hacer realmente de su vida, avanzando sobre vidrio molido solo con su intuición, la que durante la mayor parte del tiempo solo alcanzaba para sobrevivir.

Quizás por eso, la decisión más desesperada, también sea la más valiente pues asalvajarse y recordar la dignidad ayuda a verse a sí mismo sin adornos, más acotado a lo que somos y sin las ediciones que a los otros, les gustaría imponernos so pretexto de dar en la talla de lo que ellos buscan o se figuran, les hará feliz. Como dije, no sé cómo se las arregla el resto, pero yo, yo al menos creo que una buena manera es intentándolo de otras maneras, recorriendo senderos a los que antes nos negamos, cosiendo las partes destrozadas, sabiendo que nunca quedará igual (ni siquiera parecido). Pero esa es un poco la idea, dejar de culpar lo mal que resultó todo, aceptar que estamos en otra parte de esa hebra y asumirlo-se.

Hay un más. De lo contrario, no estaría respirando.

Comentarios