Sobre declives...

Los tonos masculinos grotescos en la mesa contigua, me sacan abrupto de mi café compensatorio de la mañana. Y éste jolgorio cavernícola a la antigua, trae de vuelta la plática recurrente de mis últimas semanas: que tanta verdad existe hacia el presente, en el hecho de que los hombres han evolucionado. Ayer mismo, en una mesa regada y distendida, se produce natural la inclinación de bordear y bucear el tema. Mujeres y Hombres por igual fuimos expresando opiniones a fin de extraer algunas idea basales que a la larga aportan si las contratastamos con solo creencias.

Lo primero que sobresale es el diferendo, la contradicción puntuda de los hombres, y nuestro resentimiento pegote capaz de anular cualquier contribución pasada de aquellos. Así, obvio que desagrada platicar pues hay quienes postulan dogmas que hay que sí o sí seguir, respetar y aplicar en la vida diaria, otros tantos que cínicamente asienten y menean la cabeza en señal de aprobación; los beligerantes y agresivos crónicos cuyo problema es otro y hace catársis en este tipo de encuentros... y hay gente con quienes me identifico más que están por escuchar atenta, reflexionar y extraer lo que ayude a completar los propios monos mentales.

Lo que salta a la vista es que en caso alguno vamos hacia un punto de convergencia. Claro que no. Todo lo contrario. Se pensaría que desde la desmitificación del rol masculino (emtiéndase: deja hacerte cargo de todo, callado y reprimido), ellos estarían mucho más relajados, contentos, motivados en crecer a la par con las mujeres. Pero no. Se está dando otro fenómeno puntiagudo; los hombres están emitiendo facturas como locos, y la están cobrando de pésimas maneras. Aparte de aquello que comenté en relato anterior, no solo se están robando los escenarios femeninos, también gozan con asignarnos presiones infames en las esferas profesionales, haciendo del error técnico campañas obsesivas de denostación y descrédito... si no, acuérdese de Michel y su hijo de antología.

Pero hay montones de casos... No soy de derecha y como tal, siempre critiraré la gestión del Gobierno de turno, pero de ahí a tildar de «estúpidas» a ciertas Ministras de Estado (lo peor de todo, por sus propios pares de coalición), lo encuentro una brutalidad del tipo cavernicola que estruendosamente, necesita hacerse notar dentro de un recinto.

Los hombres -no todos, claro está- van derecho a una fosa común. Cada día que pasa, comulgo más con la sensación de que están estropeando una excelente oportunidad de hacer las cosas de un modo distinto. Esto se expresa en circunstancias tan básicas como los actuares públicos evidentes... el hombre caminando dos o tres pasos y de atrás una mujer que le sigue con cara de circunstancia, más preocupada de la verguenza que del sutil maltrato que experimenta. Ni qué decir de las disputas callejeras zanjadas a tirones o charchazo limpio a vista y paciencia de todos!!! Pero también hay otra gama de sucesos más subterraneos, como el psudo coqueteo que solo dura hasta que el hombre logra su cometido que es eyacular conforme lo ha fantaseado...

Es cierto que mi sensibilidad se ha radicalizado, pero no al extremo de detestar a los hombres, ¿Cómo podría teniendo hermano que adoro y amigos sin los cuales no imagino mi vida? Los hombres al igual que nostras las mujeres son vitales para asegurar que este mundo, avance por lo tanto, si las posturas se extreman como viene viviéndose, lo más seguro que el Diivorcio sea literal más que solo una amenaza de riesgo rupturista.

Los hombres que estoy conociendo últimamente, están respondiendo a un patrón de batería programada de baja resistencia. Es decir, interactúan solo en la medida que lo ofrecido no les demande esfuerzos permanentes. Sacan su dinámica y arremten hasta donde se piensan que pueden hacerlo pues lo que intentan incluso, les supera a ellos mismos. Antes, por lo menos, el solo poder adquisitivo los flanqueaba; onda te pago la cena, los tragos, lo que se te ocurra, mínimo... presta el poto!!!! (Recuerdo aún aquella frase tan tóxica), y claro, pues había aquí un nicho seguro desde donde ejercía su hegemonía. ¿O no?

Pero descontado ello, ¿Qué le queda al hombre que pueda explotar como mecanismo de sometimiento? En vez de suavizar su actual circunstancia, es decir, darse cuenta de que puede ser igual de frágil que cualquiera de nosotras, se enoja y nos trata o de frígidas o de ninfómanas dependiendo de cuánto apetito sexual tengamos. ¿Qué pasa con estos hombres que aun gustando tanto del deseo y del sexo, lo utilizan en contra de nostras para herir o para hacer daño derechamente?

He ahí donde me recuerdo que la herida debe ser profunda y que esa costra de dureza necesita de un garrote en la mano y un bozarrón en lugares públicos, condenado a sentir miedo por ser desapercibido, ignorado, rechazado y hasta denigrado solo porque ya no puede proveer o mandar como solía hacerlo.

Para mí, el proceso de análisis se facilita si lo pienso con una mente más centrada en loa aspectos biológicos del ser.¿Qué estamos ingeriendo que nos volvemos depósitos de iracibilidad? ¿Cómo estamos manejando nuestras frustraciones? ¿De qué depende la construcción de un lenguaje adecuado para reconocernos físicamente, con nuestras diferencias? ¿Cómo se cimenta la base de una nueva voluntad orgánica sobre la afectividad sin utilitarismo?

Me sigue erotizando un tipo caballero que de corazón le nace descorrer un silla, no porque quiera llevarse el «postre» al final de la jornada sino simplemente porque le nace, porque ve en mi algo genuino distinto a otras cosas vistas en otras mujeres o personas, ese hombre bien hecho, criado por mujeres bacanas que lo enseñaron bien, que no se amdrenta por compartir responsabilidades ni se amilana si me va bien en la vida... hombres íntegros que se contentan con nuestros logros, con nuestras virtudes y la manera en ser feminas, comprendiendo que somos doferentes y no por ello, contrincantes en un reallity que se mide por la vorágine de la violencia y el descrédito hacia el género.

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