Tipo Bro'

Hacía tiempo que no daba play en Industries of the blind... Y ha de ser porque acudir a ellos, es también admitir que ingreso por un túnel oscuro, a solas, con mucho miedo.

He ordenado mis cosas minuciosamente, he separado prendas de libros, artículos irrelevantes de mi memoria externa, mis pinturas y dibujos de los manuscritos de muchos años de trabajo, de terapia, de entendimiento a medias. Nunca obtenemos todo lo que la mente se plantea. Y eso, fríe la única parte viable del cerebro, que aún quedaba intacta.

La vida jamás se detuvo, nunca espera a nadie, ¿Por qué habría hecho una excepción conmigo? Y al avanzar, fue mostrando su fuerza, vector al que no puedes resistirte ni siquiera mientras estás dormido, mucho menos en medio del esfuerzo que representaba continuar viviendo.

No alcancé a escribir tantas anécdotas, montones. Me centré con obsesión en ciertas personas que consideré significativas y seguro, olvidé a cientos. Muchas de estas personas tuvieron que haberse preguntado por qué yo fui como se me ocurrió ser con ellas, por qué no fui «cuidadosa», tal vez, incluso, por qué solo las dejé pasar, por qué les mentí, se sintieron estafadas, engañadas, pasadas a llevar, violentadas, decepcionadas... Y ni aun ahora, con todo lo ha pasado podría decirles una historia que ayudase a comprender-me. Supongo que la vida es así, como cantaban los Makiza: un recuento de abrazos y palizas... Y yo, yo escogí. Mal o bien, como todos, realicé mis elecciones...

Llevaba un tiempo largo pensando en mi hermano Fernando. Sólo Dios sabe cómo y cuánto lo extraño, y que mi elección de sacarlo de mi vida, no fue fácil. Cada uno de nosotros asume sus costos y enfrenta con dignidad el largo rebote de dolencias y añoranzas ante el vacío que nos dejan las ausencias prolongadas o derachamente, el abandono. Quizás por eso, encontrarme desarmada ante un extraño que se le parecía tanto, me dejó catatónica y sin defensas.

Felipe fue desde el segundo uno, un tipo bonito, y bonito es el diminutivo de bueno, es decir: algo que posee una carga positiva.

Y Felipe no tuvo problema alguno, de hecho hasta le mencioné que parecerse a mi hermano implicaba un plus; yo daba por descontado que todo estaría bien. Pero, la del problema, soy yo... «No eres tú, soy yo...» Y aunque se lee como chiste retro, no es más que la pura verdad. Hay una falla de fábrica en mi corazón y todas las veces que intenté comprenderla, quedaba peor, supongo aterrorizada por ese parte en mi contenido, tan campeón para echar a perder gran parte de cosas buenas que me suceden.

No tuve la chance de conocerlo mejor. Perdón, corrijo: me la farreé. Pero lo que alcancé a ver, fue bueno. Ahora que lo pienso, no siempre hay que tender a la creencia de que todas las personas son despiadas y nos tasarán de acuerdo a ciertos requerimientos, puede que al decirme: «hey, quiero verte un ratito, solo eso...», sí haya existido algo genuino. Pero no puedes exigirle a nadie que no se resienta. No en estos tiempos en que nuestras exigencias y demandas son las únicas importantes, perentorias y atendibles.

Lo que sí pude visualizar fue a un chico presto, cleaver, histriónico, ameno, sensual y erótico en cuotas precisas; guapo, las fotos no le hacían cabal justicia. Un rubio medio colorín de ojos que rehuían la ternura, y que a intetvalos de momento, parecía conmoverse con la dureza de mi relato. Puede que su petmanencía obedeciese la promesa de favores sexuales. O puede que no. Eso nunca lo sabremos. Nunca se sabe demasiado, a menos que los otros, con generosidad te expliquen sin anestesia qué es lo que en verdad está pasando. Pero aun así, fue bonito. Lo fue porque sentí que bordeando lo bizarro, siempre puedes elegir quedarte afuera, con otros matices, con una secuela mejor, sin la necesidad de volverlo feo aun sabiendo que eñ otro no te dice todo, a fuerza de creer que lo hace por caballerosidad.

Felipe era mi última chance, mi último like, mi último match audible. Después de constatar que en el fondo, lo que busco es querer, es amar, es luchar, zanjé el asunto como suelo hacerlo porque alguien como yo, no sabe lidiar con las buenas personas.

Aunque él no lo sabe, a la larga le hice un favor, digamos que uno cósmico. De alguna manera, cuando conocemos a alguien que se porta decente, aun pudiendo ser asquerosamente honesto (dentro de un delicado y sutil deslinde con lo cínico), lo que nos ocurre (@ los dañados de fábrica), es que nos blanqueamos, es como una suerte de refresh en que ciertas preguntas vuelven a quedar flotando... aun entendiendo que, como siempre, esas preguntas no vayan a ser respondidas.

Si lo tuviese enfrente le diría que por un momento tuve la oportunidad de sentirme cien por ciento NORMAL, que esa caminata se quedará en mi memoria como una fotografía mental de las que más me gustan, sin abreviaciones y con una potencia única.

No es de lo que me arrepiento que me sienta orgullosa, sino de lo que suelto para no volverlo susceptible de corrosión.

Gracias.
Buen viaje, Bro.


Comentarios