Real.



El hombre del que nunca hablo, está. Y capaz, siempre estuvo. No importa cómo ni por qué, pero la violencia del ayer, no existe más. Me extiende la mano de una forma que me asombra y me lleva a concluir que en mucho, solo yo estuve equivocada. Y no en poco. Reitero.
Aunque se perfecto que nunca lo conoceré suficiente, me basta saber de él que ha estado y que en general, continúa bordando especialiadad. Es un tipo capaz y congruente cuya visceralidad -al igual que a mi, un montón de veces- le ha jugado malas pasadas. Pero me pregunto ahora con mucha más pertinencia: ¿No es acaso la rabia, cierto motor sofisticado?
Si la respuesta fuese positiva, entonces tendría que dejar de controlar mi encono, para pasar a la fase en que te aplicas en su domesticación y una vez ducha en dichas lides, sueltas lo que ya no sirve, redirigiendo eso si, las averías que suelen darse en el período de práctica.
Estoy en estado de conciencia. Como ocurrió en el pasado, aquél hombre, me vuela la cabeza.

Comentarios