Devil's tears



Vi un video en que el formato parece echado a perder con todo propósito (angus: chateau); de aquellas recetas usadas para desafinar... Y de repente me encontré pensando en ¿desde cuándo las formas llegaron a este presente? Recordé los ochenta como un tiempo en que se anhelaba la perfección, el progreso, ese hábito que nos empujaba a querer dejar ser patio trasero, el extremo flaite del conosur que se había perdido la mitad de la vida, simplemente por ubicarse en el último rincón del mundo.
Y lo que antes se exploraba como en la cornisa de cualquier filo extremo, ahora se me aparece como una caricatura deformada que no cierra. Así me resultaba ver ese clip, mala copia del espiritu existente en la Banda australiana de los hermanos Angus & Julia Stone. Por cierto: ¿Les dije antes que llegué a ellos mientras stalkeaba a J? No todo puede ser tan desgraciado, ¿Cierto?
Lo que pretendo decir es que al parecer, nos estamos habituando a aceptar la idea de que solo exista una cosa, acontecimiento, ser, objeto, oportunidad (o lo que sea, pero uno solo) excelente o superior y el resto de la vida, un camino desértico para asumir que tendremos que vivir en la paradoja del intento de reproducción... Mientras observaba las imagenes forzadas y bizarras a la fuerza, pensaba en J, en que todo su sufrimiento es verídico, que su compleja cabeza en efecto está comandada por el profundo amor que encierra en su corazón y que por lo tanto, entiendo tan bien. De hecho, y debe ser por la época (febrero), pienso bastante en él pero de un modo tan distinto del pensamiento de hace un año atrás. Pienso en que casi todo se diluye y que las posibilidades de conectarse son tan raras o escasas qur me es imposible pensar en la autómata vida que llevo desde hace un tiempo en que ninguna imagen cierra y al mismo tiempo todo flota.
Mientras escucho The Devil's Tears, lloro largo, pero no por mi sino por la situación del desamor... «But she's my home... and she's as much apart for this broken heart, but see...» Y pienso en todas las lágrimas que han rodado por la mejilla de aquel muchacho, acechado por el desperdicio y al mismo tiempo, despedazado porque no consigue olvidar al amor de su vida; eso irrepetible e irreproducible... Puede que esa sea la razón última en au afán de romperse los huesos todas las veces en que el riesgo le asesta tiros de gracia. Y pienso en él, porque en eso nos parecemos bastante: Me esforcé demasiado en olvidar mis momentos memorables, necesitaba enterrarlos para poder respirar sin comprender que eso es imposible. No cuando se es coleccionista de lo irrepetible.
Pienso ahora en mi misma, en la semilla que tanto deseché por años y que de pronto, en un momento único, se plantó de modo tal que me pone a replantearme toda una vida; ¿Qué se hace con la consecuencia? ¿Cuáles son las frases para un no y para un sí? ¿Cuál es la decisión correcta? Pienso en todos aquellos años en que planee mi vida en cada detalle y nada aconteció... tiempos en que me saaquearon y me dejaron convertida en lo que soy, ahora... una cosa que respira pero que no se conecta, que deambula azotándose pero vive creyendo que el amor, pasó. Lo perdió.
Y me he puesto a pensar en todo esto porque quizá el amor no viene siempre del modo en que nos planteamos, quizá el amor provenga de la forma más inimaginable a esta edad. No es algo que pueda descifrar con claridad.
Pienso en Hernán con su cuerpo cubierto de nieve, asistiendo a su momento peculiar e irrepetible, el de la primera vez en algo, en su forma que desconozco, en la apatía del no estar como si la vida pudiese ocultarse por demasiado tiempo, como si las barreras de km y geografía bastase para desentenderse de un acto único e irrepetible concertado entre dos. Pienso en que no puedo juzgar, en que al mismo tiempo estoy demasiado vieja para conectar y demasiado joven como para perder la esperanza, pienso en que ya fui con el Diablo y ya provoqué muchas tormentas... que quizá pueda aprender a vivir debajo de un árbol cantando canciones de cuna...
Y puede ser... como cantan los hermanos Stone... «él me ofreció la vida eterna, pero dentro de mi corazón hay la foto de una chica...» Tal vez y solo tal vez, yo también tenga la foto de una chica, porque de alguna manera he soñado con ella, no sabía quién era, pero tengo la sensación que bien podría llamarse Emilia, porque Emilia significa algo irreproducible, algo único, gérmen de vida, de esperanza y de que no estamos muertos del todo.

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