Cara de Culo.



He oido no pocas veces que los enfrentamientos (no físicos eso sí), a la larga son funcionales al cambio; ¿Se imagina usted, amable lector, cuántos episodios de violencia se suscitarían de no contar con pituto de fábrica? (Fisura por donde se escapa la presión, queramoslo o no).
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Solía pensar (además de verbalizarlo seguido) que no existía real y honesto amor por el prójimo y que la abstención en  comisión de delitos atentatorios contra la vida de los demás (descontando lo delitos económicos, luego me refiero por qué), aparecía como conducta solo por coerción. Es decir: la gente no evita matarse unos con otros por inquietarles suerte a correr... solo se inhiben por la carga retributiva de la pena, si han de sufrirla. Y al mandarme estos discursos, figuraba como majadera y  desmoralizada, incapaz de admitir compasión en nuestro colectivo social. 蘿
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¡Ja!
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Y bue......
Ciertos argumentos van reforzándose con el tiempo.
Un gran amigo, me cuenta seguido qué tan miserable es la vida de la gente, parida entre enconos que va cubriendo como puede, como se las rasque... y de la dolorosa estela dejada a su paso. Muy de acuerdo.
Y cómo no, si las heridas escuecen por todos lados y las noto. Las notamos aunque no siempre somos generosos en procesar los abruptos de las personas, como atenuante.
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El asunto es que soy pésima para enfrentar la negrura ajena (caos personal asumo, con soberana cuea...). Me pasa que la desolación molida adentro del individualismo -como puerta divisoria- (me perjudicaron, yo hago lo mismo... y blah), ya no me la banco, menos si fue adornada con blondas de lisonja. Cuesta créerle a la gente hoy en día, aceptar sus patadas y combos me estremece (y claro, rapidito atino y sigo), pero me impacta que aun a mi edad, no conozco nada, o sé muy poco sobre el comportamiento mezquino de la gente.
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La experiencia de haber sido «birlada» por una mocosa de escasos años me hizo pensar mucho en las palabras de un sabio amlgo ya fallecido: «... de vez en cuando, una patada en la raja a toda velocidad, no es malo. Sirve para colocar límites...». Y capaz que si; habiendo salido de una total oscuridad, me doy cuenta de lo blindada y grande que soy, que estoy y las tremendas ganas de vivir lo mejor que se pueda, sin amargura (pero con visión autocrítica), sin las sombras de personas desafinadas (teniendo todo para estar mejor consigo mismas), y sobre todo, haciéndome cargo de los momentos destemplados producidos por la tendencia al caos del ser humano...
Perro bravo que no sabe vivir en lucidez.

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